martes, 14 de septiembre de 2010

Bienvenidos a este barrio pizzero


Esta pizza les da la bienvenida pese a que hace más de un año desapareció en una fiesta familiar. Pero aunque ya no la veamos la pizza siempre está y se continuará en infinitas pizzas que marcarán hitos en nuestra vida porque sobre todas las cosas somos comedores seriales de pizza y también, y ese es nuestro orgullo, somos hacedores de esa magnífica masa que algunos la hacen nacida en los hornos comunitarios del Imperio Romano donde se facían panes grandes como tortas de cumpleaños, pero para apurar la horneada y darle de comer a los críos las madres tiraban en los rincones más calientes del horno una masa delgada que untaban con ajo, aceite de oliva, cebolla y con suerte, demasiada suerte, alguna verdura gruesa, y no les digo ya aceitunas o pescado. Hay antecedentes como los panes planos de los griegos, el "plakuntos", al que se le colocan hierbas, ajo y cebolla. Otros hablan de la posibilidad de que los guerreros de Darío El Grande comieran un pan plano con queso fundido, casi la pizza que conocemos. Los más cultos dicen que Virgilio, en La Eneida habla de algo parecido a pizza y ahí nos mordemos la cola con lo escrito arriba. Casi seguro la pizza la inventaron alguno de los muchos habitantes del Imperio que es como decir el mundo conocido de aquel tiempo. Si el latín influyó tanto en las lenguas romance cómo esos pueblos no iban a recibir como un regalo los platos simples y exquisitos que salían de Roma, el lugar donde confluían todas las culturas y todas las recetas. También pudieron inventar la pizza los chinos, como tantas otras cosas, pero aunque nos esforcemos, ninguno de esos antecedentes terminaron siendo la pizza moderna porque le faltaba un ingrediente que recién en el siglo XVI llegó a Europa de América y revolucionó la cocina -como el bandoneón al tango-, y terminó de darle a la pizza su esencia, estoy hablando del tomate.
Después de dar tantas vueltas, al final el lugar donde nacería finalmente la pizza tal cual la conocemos ahora o mejor dicho, "la pizza esencial" esa que nos permite hacer jugar nuestra imaginación gastronómica para darle diferentes gustos, colores, presentaciones, esa pizza nació en Nápoles.
En 1830 hay registros de la venta callejera de pizza y hasta ha quedado un valioso registro literario del famoso escritor francés, Alexandre Dumás (padre), quien en su trabajo Le Corricolo, dice que la pizza es la única comidad de la gente humilde de Nápoles y "se elabora con aceite, queso, tomate y anchoas". 

Pero un hecho histórico marcará para siempre la creación de una pizza que aún hoy es favorita en Napoles y el mundo y hasta algunos puristas la consideran "La Pizza".
El hecho ocurrió en 1889, en Nápoles en la pizzería fundada en 1780, "Pietro... e basta cosí" (literalmente "Pedro... y eso es todo", aunque tal vez el sentido sea. Pedro... y con eso basta" para señalar la calidad de sus productos) En ese momento, Nápoles recibió la visita del rey Umberto Primo y la reina Marguerita de Savoya y aparentemente visitaron la histórica pizzería. El maestro pizzero en ese momento era Raffaele Espósito y en una muestra de su arte e inventiva hizo tres pizzas diferentes y le dio a elegir a la reina cuál era de su agrado. No he podido constatar si la reina probó la pizza o sólo se contentó con apreciar sus vistosos colores que fueron en definitiva los que inclinaron la balanza por la pizza preparada con tomate, muzzarella y hojas de Albahaca, o sea los colores de la bandera italiana, verde, blanco y rojo... Por supuesto a esta combinación se la bautizó: Pizza Margherita en su honor. Así como no pude constatar si la reina probó la pizza no pude constatar la veracidad de la historia porque cómo se sabe los Napolitanos no tienen demasiado apego por la realidad y la moldean a su antojo como los Andaluces.
Para terminar un dato sobre la foto que abre esta nota, se trata de la clásica pizza de cumpleaños: la mitad de muzzarella y la otra mitad de cebolla blanqueada y muzzarella. Simple pero efectiva.

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